Vivir en una unidad funcional integrante de un complejo habitacional o edificio de propiedad horizontal genera muchas veces problemas que trascienden lo meramente económico o convivencial.
No hablo aquí de los countries, clubes de campo o barrios cerrados por cuanto estos – si bien se pueden regir por la ley 13512 – tienen una estructura edilicia, económica y comunitaria totalmente distinta.
Los problemas a que me refiero son estrictamente personales.
¿Quien no conoce la soledad de la señora o señorita que vive en un pequeño departamento, que a veces no tiene una salida generosa y amplia hacia un balcón , sino tan solo una pequeña ventana hacia el “aire y luz”?
¿Quién no sabe de alguna persona sola que debe soportar ruidos y gritos asfixiantes del vecino de al lado, de quien lo separa una delgada pared?
Quién no ha visto al anciano o anciana que viven solos, no siempre por propia decisión?
En algunos casos la soledad puede llevar a convertir a estas personas en hoscos, huraños, poco amistosos.
Otras, lamentablemente, puede acercarlas a la alienación.
Si bien es cierto que a veces existe la sensación de estar solos aún en compañía, no es a esta soledad a la que me refiero.
Apunto al que siente verdaderamente la soledad, al que no tiene entusiamo por nada porque piensa que a nadie le importa su suerte.
Hay remedio, existe la posibilidad de ayudar?
Desde mi punto de vista -y sin considerar ciertos casos patológicos que requieren ayuda médica- es posible que la comunidad consorcial pueda dar una mano, ya sea en forma individual o grupal.
Un vecino próximo, de alguna manera, podrá acercarse: una flor, un comentario periodístico, un programa de televisión que le sugiera como interesante, una pequeña confitura casera para degustar, en fin, alguna forma de hacerle ver que no está solo o sola.
La forma de ayudar como grupo puede ser generada por la propia administración del edificio o el consejo de propietarios (cuando lo hubiere), convocando amistosamente a reuniones informales para conocerse y debatir algunos temas comunes, o implementar un sistema asambleario agradable, ameno y no hostil.
Procurar que en las asambleas puedan estar todos sentados, si es posible alrededor de una mesa o de alguna forma que permita verse unos a otros.
En un consorcio conocido, se decidió que una vez por mes se haría una reunión de teatro leído, y se observó que todos concurrían, hasta el encargado.
Hermoso, no?
Es esta también una forma de concretar la desiderata de nuestra Fundación: Participar, en este caso ayudando.
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Propiedad Horizontal: ¿a veces soledad? ¿a veces alienación?
En un consorcio conocido, se decidió que una vez por mes se haría una reunión de teatro leído, y se observó que todos concurrían, hasta el encargado.
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