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Néstor Kirchner: ¿Salvador o Administrador?

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"...Nuestro país, desde hace ochenta años se parece a un Consorcio donde el administrador despilfarra el dinero de las expensas. Contrata personal de más, paga por horas extras que no se realizan, no controla los servicios esenciales, se aumenta a sí mismo el honorario, no ejecuta a los consorcistas morosos cuando son sus amigos, o para asegurarse su voto en las asambleas y no realiza reparaciones esenciales como en medianeras, por ejemplo. Así de sencillo..."



"A este país lo hundió el Neoliberalismo", exclamó Hugo Chávez, al igual que muchos argentinos, mientras bajaba las escalerillas del avión que lo traía desde Venezuela para asistir a la asunción de nuestro nuevo Presidente.
Otras voces, desde opuestos costados ideológicos, prefieren tal vez decir: "a este país lo hundió la Izquierda".
Hay también quienes, con razón, le echarán la culpa a Menem por lo que hizo.
Y otros a De la Rúa por lo que no hizo.
Lilita tiene en su carpeta una larguísima lista de culpables.

Tal vez los argentinos tendríamos que incluir en nuestras oraciones, la siguiente plegaria: "Oh Dios, dános un culpable.
Señálanos a quién o quiénes podemos echarle la culpa de todo porque ese es el único modo de sentirnos aliviados, de sentirnos libres de toda responsabilidad".
¿No es verdad que cuando encontramos un culpable nos sentimos a nosotros mismos mejores y más buenos? Esa constituye una estructura mental universal, llamada del "chivo expiatorio", que aparece y reaparece en todos los tiempos.
La misma que alentaba en la antigüedad la caza de herejes y de brujas, de judíos, de comunistas, etc.
Siempre resulta liberador encontrar algo o alguien sobre lo cual poder descargar todo el peso de lo malo para poder atribuirnos, de tal manera, por simple gravitación, lo bueno.
A estas alturas de la historia, sin embargo, los argentinos tendríamos que evitar ser víctimas de esa suerte de zancadilla que nos tiende nuestro propio entendimiento, que simplifica peligrosamente la realidad que percibimos y nos hace perder el sentido común.
En este caso, les guste o no a quienes manejan el dinero de la comunidad, es conveniente recordar que con Menem o sin Menem, con Duhalde o sin Duhalde, con Kirchner o quien fuere, si se gasta más de lo que se produce, la República Argentina estará siempre condenada al fracaso.

Nuestro país, desde hace ochenta años se parece a un Consorcio donde el administrador despilfarra el dinero de las expensas.
Contrata personal de más, paga por horas extras que no se realizan, no controla los servicios esenciales, se aumenta a sí mismo el honorario, no ejecuta a los consorcistas morosos cuando son sus amigos, o para asegurarse su voto en las asambleas y no realiza reparaciones esenciales como en medianeras, por ejemplo.
Así de sencillo.

Argentina es un país con una naturaleza tan exhuberante y generosa que no necesita de ideologías liberadoras ni de salvadores de la patria.
Sólo un buen administrador.
Saludamos a nuestro nuevo Presidente ofreciéndole nuestra confianza y colaboración.
Y sobre todo, augurándole una feliz gestión en ese servicio tan descuidado entre nosotros, que es el de administrar con sensatez, eficacia y un poco de imaginación los bienes de la comunidad.

® Liga del Consorcista

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