En este mes de mayo de 2003 ha sido hallada muerta una menor que cursaba primer año, en el hueco de uno de los ascensores del edificio de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Buenos Aires El periodismo ha informado que se investiga si fue asesinato (como sospecharía la familia de la difunta) o accidente ( ya sea por falta de mantenimiento del ascensor o por eventual culpa de la víctima), haciendo saber también que el Decano de esa alta casa de estudios, Doctor Don Atilio Aníbal Alterini, habría dispuesto que la Facultad sufragaría los gastos del velatorio y sepelio de la estudiante.
Es de esperar que la investigación llegue a “la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”.
Cueste lo que cueste.
Este desgraciado - y por demás lamentable – suceso debe hacer reflexionar a las autoridades de la Facultad sobre hechos que acontecen dentro del ámbito edilicio de la misma.
No hablo sobre la investigación periodística-televisiva que hace poco hizo saber acerca del presunto y oculto ejercicio de la prostitución dentro del edificio de la calle Figueroa Alcorta y Pueyrredón, en sectores del subsuelo.
Hablo de hechos cotidianos.
La Facultad de Derecho hoy permite el ingreso irrestricto de mendicantes, distribuidores de volantes y vendedores de todo tipo.
Quiénes son?
Tienen derecho a interrumpir las clases?
Tienen derecho a caminar por los pasillos y salones vacíos?
Tienen derecho a entrar y salir libremente?
Nadie nunca va a ejercer el debido contralor sobre esto?
Y en este punto habrá seguramente quien despectivamente etiquete este comentario , esta inquietud, en forma peyorativa, insistiendo en el derecho de los que nada tienen, en ejercer la solidaridad, etc.
No lo discuto.
Sólo me pregunto si en aras de esa seudo generosidad, inoportuna en el tiempo y riesgosa en el espacio, no estamos olvidando el deber primordial de proteger a los estudiantes.
Sería valioso que la querida Facultad de Derecho de la UBA ponga especial atención a esta preocupante práctica, que podría traer consecuencias no queridas.
No me cabe duda que el prestigioso jurista que se encuentra al frente del Decanato arbitrará los medios adecuados para ello.