A PROPÓSITO DE LOS LINCHAMIENTOS y las diversas opiniones vertidas, conviene tratar de analizar un poco la situación que estamos viviendo.
Dentro de las instituciones sociales, la justicia es la principal.
Su ausencia, ataca las bases mismas de toda convivencia, por lo que puede decirse que es la columna vertebral de toda agrupación humana.
Porque allí donde hay convivencia, desde el reducido ámbito familiar, al de una nación, hay conflictos.
Y si cualquier grupo humano pretende perdurar y evitar la disgregación, lo primero que tiene que hacer es proveer la forma de resolverlos de manera civilizada.
La justicia es expresión de un equilibrio que se manifiesta, sin excepción, en todos los fenómenos del universo, siendo expresión del propio ritmo de la vida, así en la Naturaleza como en las relaciones sociales.
Por dicha razón, se la simboliza con una balanza.
Esta es la razón por la cual nuestros gobernantes deben entender que si no hacen funcionar correctamente a los tribunales, esa función la tomará necesariamente quien sufra la injusticia, individual o colectivamente, con el peligro de que la reacción descontrolada sea excesiva o atroz.
Porque; entiéndase bien: la injusticia es una afrenta al orden natural que origina la necesidad de equilibrar las cosas de todos modos y en todos los órdenes, y ello va más allá de la razón humana.
En la Biblia leemos: "ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, etc." pero lejos de ser dicha fórmula la consagración de una justicia cruel, lo que significa es que la punición del delito debe ser proporcionada.
Si te sacan un ojo o un diente, que tu reacción no vaya más allá.
Era un principio moralizador impuesto a una sociedad primitiva donde aún no estaban institucionalizados los tribunales.
Fue esta necesidad de morigerar la indignación natural de la gente ante la injusticia que hizo necesaria la aparición del Estado.
Un Estado que descuida la tarea de hacer justicia, socava sus propias bases, porque esa es la primera razón de su existencia.
Es por ello que los jueces y funcionarios deben comprender que la justicia no emana de los tribunales como una dádiva que puede administrarse bien o mal, sino que es al revés: son los tribunales los que deben canalizar de manera equitativa y humanitaria una necesidad de equilibrio tan natural como la vida, para evitar generar un desborde social que nos retrotrae a la época de las cavernas.
Finalmente, conviene recordar que los jueces no deben ser simplemente ejecutores de la ley.
Si así fuera, es decir, si su función consistiera simplemente en declarar qué ley corresponde aplicar en cada caso, podrían ser reemplazados por un programa de computadora.
Muy por el contrario, la función del juez, es hacer justicia.
Dentro de la ley, por supuesto, pero JUSTICIA.
Si carecen del talento o la valentía suficiente para ello, debieran renunciar a su investidura y dedicarse a otra cosa.