(Publicado originariamente en el Nº 2 de Hogar & Consorcio)
Algo muy importante nos está pasando a los argentinos en este momento de nuestra historia.
Luego de una larga época de autoritarismo irracional, tres regímenes democráticos sucesivos han hecho posible que la sociedad civil comenzara a despertarse y tomar consciencia de sí misma.
La gente se va interesando cada vez más por la cosa pública.
Las personas observan, critican, quieren intervenir, exigen.
El ciudadano medio ha comenzado a sentir la sensación que la ética es algo más que un conjunto de normas de conducta.
Que es una energía vital: la energía de un sentimiento que vive en el corazón humano.
Ya no nos basta que una medida de gobierno sea dictada "dentro de las facultades legales" del funcionario que la impone, ni es suficiente que una sentencia judicial sea "arreglada a las disposiciones del Código Procesal".
Queremos que, además, esas disposiciones sean "justas".
En otras palabras, queremos que el Estado se transforme en lo que esencialmente debe ser: fuente de Derecho antes que aparato burocrático.
Y esa toma de conciencia del ciudadano, es saludable.
Por supuesto que lo que primero sale a la luz, lo que primero se hace patente en este tiempo de libertad, es la triste realidad de que pese a la enorme cantidad de leyes existentes y a una administración estatal sobredimensionada, la gente anónima que trabaja para el Estado, que sólo sabe cumplir sus obligaciones y pagar sus impuestos, advierte que le roban.
Así de sencillo.
Los maestros, los médicos, las fuerzas de seguridad, se quejan y con razón: ganan poco.
Sus salarios no son salarios dignos ni acordes con la responsabilidad de sus funciones.
Pero no todos saben que los presupuestos que el Estado dedica a educación, salud y seguridad son altos.
Muy altos.
Lo que ocurre es que los recursos que se dispensan desde arriba, no llegan hasta abajo.
En el medio, alguien, en cada escalón de la escala burocrática, se queda con una parte.
En la medida en que no se solucione este problema básico imponiendo enérgicamente el peso de la ley a la corrupción, los argentinos nunca seremos capaces de superar el ahogo económico en que nos encontramos.
Porque nadie invierte en un país con tan alto grado de corrupción e impunidad estatales, ni trae dinero a una nación donde sus propios habitantes llevan los suyos afuera.
Y lo que es más importante aún: no podremos recuperar la autoestima.
Es necesario plantear urgentemente una seria reorganización del Estado, modernizando la estructura administrativa para hacerla más eficiente e impidiéndoles a los partidos políticos una ingerencia en el gobierno que no les corresponde.
En Democracia, el Estado, como soporte de gobierno, es de todo el pueblo, es decir, de la gente común y no de los grupos políticos que lo administran.
Nadie puede hacerse el distraído ante esta dramática realidad que es día a día denunciada por muchas personalidades y medios periodísticos desde todos los sectores de la sociedad.
Es deber de quienes hoy ejercen el poder, generar ese cambio; poner manos a la obra ya, invitando a la ciudadanía a colaborar en el diseño de una nueva Constitución de cara al futuro de nuestros hijos.
Un nuevo orden político que haga posible la reducción drástica de la burocracia del Estado, elimine los privilegios, el sostenimiento obligatorio de los partidos políticos y conduzca a una legislación que suprima las jubilaciones escandalosas, así como la eliminación total de las "listas sábanas" de nuestro sistema electoral.
Sólo saneando ahora mismo nuestro régimen político podrá arribarse al verdadero desarrollo económico, al aumento de la actividad privada y a la eliminación del desempleo.
Esperamos que las autoridades actuales se hagan eco de este clamor general.
Que salgan de sus castillos de cristal y escuchen los legítimos reclamos de la gente que trabaja y sostiene con sus bolsillos todo el sistama, más allá de aquellos que militan en los grupos de poder.
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Todo el país
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¡Refundar la República Ya!
"En Democracia, el Estado, como soporte de gobierno, es de todo el pueblo, es decir, de la gente común y no de los grupos políticos que lo administran"
"Queremos que el Estado se transforme en lo que esencialmente debe ser: FUENTE DE DERECHO antes que aparato burocrático"
"Ya no nos basta que una medida de gobierno sea dictada "dentro de las facultades legales" del funcionario que la impone, ni es suficiente que una sentencia judicial sea "arreglada a las disposiciones del Código Procesal". Queremos que, además, esas disposiciones sean "justas".
"Queremos que el Estado se transforme en lo que esencialmente debe ser: FUENTE DE DERECHO antes que aparato burocrático"
"Ya no nos basta que una medida de gobierno sea dictada "dentro de las facultades legales" del funcionario que la impone, ni es suficiente que una sentencia judicial sea "arreglada a las disposiciones del Código Procesal". Queremos que, además, esas disposiciones sean "justas".
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