Estamos en un siglo XXI difícil.
Muchos criterios de vida han cambiado y por ende los valores.
La política y la economía miran hacia otros horizontes.
El capitalismo y el comunismo, la guerra y la paz, el individuo y la sociedad perfilan matices no tan definidos como antes.
El mundo ha progresado en ciencia, técnica, comunicaciones y conocimientos, pero también ha retrocedido.
El individualismo se desdibuja frente a la concepción de lo social, mucho más amplia que antes.
El derecho privado de otrora se enfrenta al derecho social.
La concepción de lo social, entendida como que el todo es más que la suma de las partes, gana terreno día a día.
Es por eso que muchos gobiernos tratan de preservar el cuerpo social antes que a determinados sectores.
De allí surgen los nuevos derechos previsionales, los asistenciales, los laborales, la protección de los nuevos lazos familiares ensamblados y de los de los consumidores, entre otros.
En este marco se inserta la seguridad del grupo.
Es a esta seguridad esencial a la que cabe apuntar, poniendo todo el esfuerzo para hacerla realidad.
Aquí aparece el derecho a la seguridad vial, a la seguridad clínica, etc.
También y fundamentalmente a la seguridad de vida.
A tener la tranquilidad de saber que no vamos a ser víctimas de la inseguridad ni a ver destruida la vida de cualquier habitante de nuestro país por culpa de la criminalidad que hoy nos azota.
Click para ampliar (abre en nueva ventana) Queremos SEGURIDAD en nuestras calles y en nuestras casas.
Quienes tienen la tarea de gobernar, por haberlo así elegido y por haber sido convocados por el pueblo para hacerlo, nos deben proteger con firmeza y sin claudicaciones.
Si para el hambre más urgente, el que no puede esperar, se deben arbitrar entregas de alimentos, medicinas, vestimenta y planes inclusivos inmediatos, para la inseguridad más urgente, la que no puede seguir esperando pues también sesga vidas, caben igualmente soluciones inmediatas.
Volvamos a la señera presencia del vigilante de la esquina, el amigo de todo el barrio, que cuidaba a bienes y personas.
Iluminemos nuestras calles y patrullémoslas permanentemente .
Vigilemos nuestras plazas.
Persigamos y castiguemos al que enseña a drogarse a nuestros jóvenes.
Impidamos que se pernocte en las calles.
Construyamos sitios donde puedan dormir quienes no tienen hogar que los cobije.
Controlemos el transporte en motos, etc.
Lo piden todos.
Lo pedimos también los consorcistas que habitamos en edificios de propiedad horizontal
No queremos mano dura, queremos mano firme.
¡¡POR FAVOR, ESCUCHEN!!