El país está asistiendo, atónito, a una lucha despiadada entre distintos grupos de poder.
Abrimos los diarios, encendemos la P.C, el televisor o escuchamos la radio y el hecho es siempre el mismo: por detrás de los acontecimientos de la vida pública, se esconde una cadena de agresiones entre grupos de poder, que generan una batalla totalmente ajena a los intereses de la población que trabaja o estudia y quiere vivir en paz.
¿Qué está pasando en Argentina? ¿Por qué ese afán de politizarlo todo, de regodearse en los problemas que sufre la gente como quien juega a revolcarse en el barro? ¿Es ésta la República que queremos? Francamente, no.
Cualquier motivo es ocasión para el ataque mutuo.
Los dirigentes del gobierno y la oposición se han olvidado de sus funciones, que son gobernar y colaborar, estudiando y discutiendo los problemas desde distintos ángulos, para llegar a concertar soluciones concretas que beneficien a la comunidad.
En realidad, lo que sufrimos es una lucha entre personas, que, en su incapacidad para comprenderse entre sí, ponen al descubierto sus verdaderos intereses, ajenos al interés general.
En medio de esa permanente batalla campal, ahora le ha tocado el turno a Fibertel.
La cuestión, más allá de todo problema burocrático o fiscal que la motivara, debiera estar centrada en determinar en qué medida, la gente que eligió ese servicio, tiene derecho a no ser perturbada en su uso, y cuál sería el daño al consumidor si su supresión prosperara.
Lo demás, existiendo otras sanciones adecuadas para hacer cumplir las leyes, es simple hojarasca que esconde apetencias extrañas, que no pueden sino generar repudio.
Por otra parte, resulta sumamente sugestivo que con la desaparición de Fibertel, sean directamente favorecidas las dos empresas de telefonía que prestan servicios monopólicos en el mercado.
Empresas altamente cuestionadas en cuanto a la calidad de sus servicios, según surge de la enorme cantidad de reclamos que en estos momentos tramitan por ante los organismos oficiales de Defensa de Consumidor.
Todo hace pensar que dichas empresas no estarán jamás en condiciones de absorber el extendido servicio que actualmente presta Fibertel, con notorio daño a los usuarios y pérdida de horas de trabajo.
Por las razones expuestas, nuestra Fundación adhiere a la protesta de los usuarios frente a lo que considera un franco atropello a derechos fundamentales del consumidor.