La Sexta Sesión del Primer Foro de Estudios Interdisciplinarios sobre Propiedad Horizontal, que se desarrolló en la Sede del Defensor del Pueblo de la Nación, el lunes 15 de Diciembre de 2003, trató el tema: "Autoridad y poder dentro del consorcio.
La educación para la convivencia.
El Consorcista y el Ciudadano".
Disertaron los doctores Osvado Loisi- Diana Sevitz- Rita Lidia Sessa.
Resumiendo los contenidos de las exposiciones, el Foro finalizó con las siguientes conclusiones:
1.
Es posible diseñar perfiles asamblearios en atención a la forma de interacción y conducta de los consorcistas en las asambleas.
2.
Además de la categorización que la ley 12981 y el Convenio Colectivo del sector imponen en el ámbito laboral por la cantidad de servicios centrales que tenga el edificio , se pueden también establecer categorías de consorcios atendiendo a las particularidades de sus unidades funcionales y de su administración.
3.
Se recomienda a los propietarios que concurran a las asambleas- por sí o por apoderado- y que participen activamente en la discusión de los temas .Quien presida la reunión deberá lograr el tratamiento íntegro del orden del día, imponiendo un debate respetuoso con pautas no dilatorias .
Resumen de las palabras pronunciadas por el Dr.
Osvaldo Loisi sobre el tema: EDUCACIÓN PARA LA CONVIVENCIA en la Sede del Defensor del Pueblo de la Nación, el pasado 15 de diciembre, cerrando el ciclo de actividades de la Fundación para el año 2003
Hay una nota característica que nos identifica a los argentinos, una cualidad que nos define porque se repite en todas las épocas de nuestra historia.
Consiste en que estamos siempre en "crisis".
No obstante, todos sabemos que la palabra crisis es una especie de "comodín" que se usa para ocultar muchas cosas: falta de previsión, descontrol, ignorancia, improvisación, ausencia de seriedad y de responsabilidad, etc.
etc.
y es empleada como excusa para eludir compromisos.
Pero por suerte o por desgracia, con los acontecimientos sucedidos en estos últimos años, los argentinos hemos tenido que crecer "de golpe".
La gente hoy comienza a tomar conciencia de cuáles son los verdaderos obstáculos que se oponen a la madurez de nuestro pueblo.
Que no están allá afuera, encarnados en alguien a quien echarle las culpas, como tampoco en un sistema determinado al que es necesario demonizar.
La gente poco a poco va aprendiendo lo estéril que significa esa forma pendular y extrema de encarar los problemas nacionales.
Por otra parte, ¿por qué razón se ha politizado tanto la vida argentina? Si leemos los diarios o encendemos la TV notamos de inmediato que la vida argentina parece estar saturada hasta el hartazgo de golpes de efecto exclusivamente políticos: denuncias de corrupciones generalizadas, negociados, escándalos, vicios y degradaciones sin cesar.
Muchos extranjeros que llegan de visita al país se preguntan: Pero ¿es que la vida en este país se reduce a esto? ¿Dónde está la imaginación de los argentinos? ¿Dónde los proyectos, quiméricos o no, las ideas o los sueños y el ansia por construir un país mejor? ¿Es que todo hemos de esperarlo de las empresas y el Estado? ¿Dónde está el pueblo? ¿Dónde está la gente? ¿Dónde la sociedad civil, los que quieren hacer algo, los que anhelan ganar dinero honradamente, los que tienen ambiciones?
¿No habría que procurar ofrecerles -por ejemplo- a los chicos y chicas que hacen largas colas en los consulados para irse del país, un pedazo de tierra fiscal y semillas para que la cultiven? ¿Tan difícil es pensar que es posible formar cooperativas y distribuir los trabajos para crear habitats sustentables y dignos? Ya decía Alexis de Tocqueville, a principios del siglo XIX que: "El pueblo más democrático es aquél en el cual las personas han logrado perfeccionar el arte de trabajar en común para llevar a cabo los objetivos que comparten y han aplicado esta nueva ciencia al mayor número de propósitos...Los habitantes carecen de todo poder si no aprenden a ayudarse voluntariamente unos a otros".
Y agregaba: "Si los ciudadanos de un país democrático carecen del derecho o de la inclinación a asociarse con fines políticos, su independencia corre ciertamente peligro, pero no obstante logran preservar su riqueza y su formación cultural.
Pero si nunca adquirieron el hábito de asociarse en la vida ordinaria, la propia civilización estará amenazada".
Finalmente afirma: "Nada en mi opinión merece más atención que las asociaciones civiles, morales e intelectuales.
En los países democráticos la ciencia de la asociación es la generadora de todo progreso y la más importante de las leyes humanas".
Pero claro, como condición necesaria para esa evolución mental que va del "yo" a la conciencia del "nosotros", está la educación.
No podemos destrabar la timidez, el miedo o la aprensión al semejante ni tender un puente hacia él, sin educación.
La educación es un aprendizaje de la mente.
Es una especie de acomodamiento del ojo a la realidad circundante, estableciendo delicadamente las distinciones entre los intereses, los derechos y los deberes de cada uno y los intereses, derechos y deberes de los demás.
Hasta entender que el bienestar del individuo sólo se logra a través de la organización social.
Lamentablemente la vida social en Argentina se ha achatado demasiado y hoy, a propósito de conmemorarse los veinte años de Democracia es bueno reflexionar un poco, desde el punto de vista del hombre y la mujer comunes, sobre esta actividad imprescindible que es la educación.
Y sobre todo, llamar la atención sobre el eje central de la tarea educativa, que se ha desplazado desde el enciclopedismo hacia la "Educación para la Convivencia".
Si no educamos para convivir y organizarnos, nuestra sociedad seguirá de crisis en crisis, hasta su total decadencia.
Esto obliga a un replanteo social que va más allá del ideológico.
Antes bien: puede decirse que las diversas ideologías, frente a tamaño problema, no sirven ya y han quedado obsoletas.
Ha llegado el momento de reunirnos todos los sectores de la sociedad para discutir, no sobre si se va a imponer tal o cual ideología, sino al revés: qué medida requiere cada problema para su solución.
Son los problemas los que deben indicar el tipo de medida adecuado y no al revés.
Son los problemas de la gente los que deben estar en primer lugar antes que los principios económicos, los intereses de grupo o los posicionamientos ideológicos.
Por eso volvemos a decir: educación es educación para convivir, para aprender a organizarnos.
Esa es tal vez la tarea más urgente a la que debiéramos dedicarnos en la Argentina de Hoy.
De todos modos, debiéramos reconocer con cierto optimismo, que estamos viviendo una situación histórica fundacional.
Está en nuestras manos aportar cada uno de nosotros siquiera un granito de arena para llegar a entendernos y poder solucionar nuestros grandes problemas que no son políticos, decididamente, sino de mera convivencia, organización y colaboración social.
En realidad estamos hablando de lo que se ha dado en llamar el "Tercer Sector", en contraposición al sector público, del Estado y al de las empresas privadas.
Es el sector de "la gente" en el sentido que hemos venido empleando.
Es el sector que día a día en el mundo está logrando mayor energía, en favor de una democracia cada vez más participativa, alejada de intereses partidistas y cada vez más cerca de los problemas reales de la vida cotidiana.
Y aquí llegamos al menudo tema del Consorcio de Propietarios como ámbito social.
Siempre hemos dicho que al legislador, con la sanción de la Ley 13512 que introduce la Propiedad Horizontal entre nosotros, se le olvidó que además de inaugurar un nuevo sistema de venta de inmuebles, la misma iba a regir las vidas de toda una población que vive y trabaja en esos conglomerados, durante generaciones.
De tal modo, la falta de cultura especialmente orientada a la convivencia, hace que los consorcios vengan a ser, en muchos casos, fuentes de permanentes conflictos.
Por esa razón estamos dedicados, desde 1996, fecha de la Fundación de nuestra Liga del Consorcista, a ese cometido, orgullosos de haber iniciado una corriente de opinión que promueve la única herramienta apta para la superación de todos los problemas humanos, así en los consorcios como en el país, que es la educación para la convivencia.
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Autoridad y Poder dentro del Consorcio. La Educación para la Convivencia. El Consorcista y el Ciudadano.
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