No vamos a caer en el lugar común de festejar o lamentar la derrota de Chávez en las recientes elecciones venezolanas para gratificarnos o lamentarnos de acuerdo a nuestras propias convicciones políticas.
No nos cabe a nosotros opinar sobre las preferencias de ese pueblo por un Estado democrático o demagógico.
Sólo vamos a detenernos en una lección que nos ha brindado a todos esa compulsa popular.
Me refiero al fenómeno sumamente destacable de que la mayoría de los votantes ha sabido resistirse a un elemento que se suele considerar decisivo en toda campaña electoral: la propaganda.
Sometido durante meses a una continua y extenuante publicidad organizada por el Estado y destinada a mover la voluntad de las personas, la gente, sin embargo, ha dicho “no”, haciendo prevalecer en las urnas su propio discernimiento y voluntad.
Esto es verdaderamente admirable: resistiendo la presión del abrumador aparato político del gobierno, que sin duda ha gastado cuantiosos fondos del Estado en su campaña, ha triunfado, no obstante, el criterio individual de la gente.
Qué lección para todos! En primer lugar, para aquellos electores que suelen decidir su voto conforme a lo que dicen las encuestas, transformando el sufragio en una tómbola en la que hay que apostar.
Pero en gran medida, para todos aquellos mandones que en cualquier latitud creen que asegurándose el uso discrecional de los fondos públicos para emplearlos en publicidad personal, tienen asegurado su futuro.
Vaya nuestro saludo desde Argentina, y los mejores deseos para este pueblo hermano.
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La Lección de Venezuela
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