La mayoría de las veces que se acerca una elección, se habla del tema, se menciona quiénes son los candidatos principales pero sin debates ni ideas de gobierno de los candidatos.
Se limitan a promocionarse como si fueran un producto.
En vez de “compre tal” la consigna es “vote tal”.
Llega el día de la elección y el argentino corriente no sólo no sabe cuáles son las propuestas de los candidatos, sino que a duras penas sabe quiénes se presentan.
Ahora bien, poniéndonos a reflexionar un poco sobre el tema, yo pregunto –y sobre todo, respecto a las elecciones legislativas: ¿votamos personas, o asignamos fragmentos de poder a un grupo político llamado Partido para que él mismo elija quiénes ocuparán los cargos? ¿Vivimos en una democracia, o en una partidocracia? Lo menciono porque no escuché a ningún político hablar de este tema.
La razón es porque a ningún grupo le conviene (recordemos que los políticos son todos colegas, léase comparten la misma profesión).
¿Y por qué a ningún grupo o partido le conviene? Bueno, por muchas razones.
Para empezar esto permite transformar al cargo público en un crédito, en algo que el partido puede dar a unos o a otros.
¿O por qué creen que se habla de disciplina partidaria o de lealtad? ¿Lealtad hacia quien? ¿Hacia el votante o hacia el Partido?
Los primeros nombres de las listas principales tienen la tranquilidad de que van a salir sí o sí, mientras que los últimos están sólo “de relleno”.
En rigor de verdad, no se vota, sino que se opta por una lista u otra.
Lo único que determinará el voto es, digamos, si será el nombre nº 5 o nº 6 de las listas principales quienes entrarán, o si el 1º o 2º de las listas minoritarias.
Sin ánimo de querer quedarme en la crítica estéril, creo que la tecnología debe implementarse con el voto electrónico.
Basta de votar a grupos y a empezar a votar personas.
La tecnología puede hacer realidad el deseo de millones de argentinos, que ha sido sistemáticamente ignorado durante décadas: Basta de “listas sábana”.